Bienvenido Mister Marshall

¡Bienvenido, Mr. Marshall!

(Luis García Berlanga, 1953)

Por José María Caparrós (1943-2018). Fue Catedrático de Historia Contemporánea y Cine de la Universidad de Barcelona y Fundador del Centre d’Investigacions Film-Història. (Este texto forma parte del artículo que se publicó en Film-Historia, vol. I, no. 3, 1991, pp. 185-200).

Bienvenu monsier Marshall prépare efficacement l’entrée de l’Espagne dans le concert européen el atlantique. Ou, plus exactement, Berlanga choisit ici une forme de récit et une esthétique heureusement adaptés à l’ambigüité et à l’originalité de la situaction espagnole…Il ya dans Bienvenu monsier Marshall une authentique leçon de démocratie, discrète autant que profunde puisqu’elle affec tera meme le narrateur, en cours de film –et touchera, par là- meme, le spectateur”. (Pierre GUIBBERT)

La segunda película de Luis G. Berlanga constituyó un éxito de crítica y público; además de evidenciar con creces aquella proposición formulada por Pierre Sorlin de “que jamás se debe analizar un film sin antes investigar todo lo referente al momento de su producción. Algunos de ellos pueden aportarnos más información sobre esta película de género histórico”. En este caso, su ¡Bienvenido Mister Marshall! no es un film directamente histórico, pero con el tiempo se ha transformado en una importante película de valor sociológico o, siguiendo la terminología de Marc Ferro, en un film de reconstrucción histórica. Recientemente, el film de Berlanga ha sido seleccionado por el Festival Internacional de Cine de Comedia (Torremolinos, Costa del Sol) como una de las cinco mejores comedias de la historia del cine.

La génesis de ¡Bienvenido, Mister Marshall!, a cuyo realizador le habían pedido que hiciera una película folklórica para el lanzamiento artístico de la cantante Lolita Sevilla, la cuenta el propio Berlanga: “La primera sinopsis que escribimos Bardem y yo era un drama rural, al estilo del cine del Indio Fernández. Los productores nos dijeron que por qué no hacíamos algo más divertido. Entonces la primera idea que tuvimos fue hacer algo sobre la Coca-Cola y el vino. Posteriormente, siguiendo el planteamiento de La kermesse heroique, nos decidimos por la historia de un pueblo que soporta la invasión a base de halagar a los invasores, hasta ir evolucionando hacia lo que finalmente es la película (…) Una vez que Juan Antonio (Bardem) y yo terminamos el guión, Mihura, con la aquiescencia nuestra, pule los diálogos y escribe las letras de las canciones; Mihura hizo un estupendo trabajo de dialoguista”.

Es obvio que la intervención del famoso humorista y comediógrafo Miguel Mihura fue asimismo fundamental. De ahí que escribiera el historiador Félix Fanés:”Con Bienvenido, Mister marshall, pues, empezaban dos cosas. De un lado, la primera parte de la carrera de Berlanga que, con películas como Novio a la vista (1953), Calabuch (1956) o Los jueves milagro (1957), además de Bienvenido, Mister Marshall, conseguía construir un cine que entroncaba con una de las pocas corrientes culturales serias que habían conseguido sobrevivir en el interior al desastre de la guerra. Me refiero a la literatura de humor de los Jardiel Poncela, Mihura, Tono, etc. La segunda cosa que nació con Bienvenido, Mister Marshall fue que se abandonara la simpleza populista republicana, el envaramiento franquista de los años 40, para dar pie a un cine intelectualmente más completo y atento a los problemas del mundo real”. Veamos, si no, la sinopsis argumental de la película:

En el pueblecito castellano de Villar del Río (que realmente es Guadalix de la Sierra) se respiraba la monotonía cotidiana. La llegada de Carmen Vargas, “máximo valor del cante andaluz”, viene a ser la novedad del día. Sin embargo, otro acontecimiento va a perturbar al pueblo. Se recibe la noticia por parte del delegado general del Gobierno, de que una comitiva de altas personalidades norteamericanas, que están dando dinero al país, van a pasar por el pueblo. Los máximos representantes de la localidad no se pone de acuerdo en cómo van a recibirlos. Manolo, el manager de la “cantaora”, tiene una idea feliz: convertir Villar del Río en un pueblo andaluz. Se organizan, y cada uno de los habitantes se pone a realizar su tarea. De la noche a lamañana, el pueblo cambia sus fríos muros de piedra por otros de cartón. Las ilusiones personales –del alcalde, el cura, la maestra, el médico, etc., etc.- les hacen ver las cosas de otra forma. Se lleva a cabo la confección de una lista de peticiones que los vecinos del pueblo, uno a uno, quieren hacer a los americanos. Todo el mundo sueña. Cuando todo está listo, se anuncia la llegada de la comitiva. La larga caravana de coches no se detiene en Villar del Río, y lo único que deja es una gran polvareda levantada a su paso. Sin comprender lo que ocurre, la gente del pueblo se ve obligada a pagar los gastos ocasionados, y pronto se olvidan de lo sucedido, volviendo a sus tareas y a su vida monótona y gris.

En una primera lectura, este argumento puede no decirnos demasiado. Pero si constatamos el referente histórico y el contexto de la época en que fue realizado el film, veremos su vigente valor histórico y sociológico. Para ello, seguimos de nuevo el comentario crítico del citado Félix Fanés:

“Cuándo se realizó Bienvenido, Mister Marshall la situación era la siguiente: desde 1948 una lluvia de dólares había caído sobre Europa a través del European Recovery Program (ERP), más conocido como Plan Marshall. España, a causa de la forma política del régimen, quedó excluida de ese plan de ayuda, aunque un cambio de coyuntura internacional –el recrudecimiento de la Guerra Fría, llevó a los americanos a aproximarse al general Franco, que vio como entre 1950 y 1953 volvían los embajadores, llegaban los primeros créditos y se firmaba el tratado de cooperación entre ambos países (dólares a cambio de bases). En este contexto, que la propaganda política del régimen convirtió en una especie de espejismo americano, es donde debe situarse el film. A escala reducida, los sueños de Villar del Río y de sus habitantes son los sueños de un país en la miseria que cree que gracias a esa nueva coyuntura política también sus campos baldíos iban a florecer después de una lluvia de dólares. El acierto del film –continua este historiador del período- consiste en saber reducir esa situación general a un conjunto de imágenes contundentes: el atraso del pueblo, la perplejidad de las autoridades, las triquiñuelas con que seducir a los nuevos invasores, etc. En este último aspecto (…), para agradar a los americanos, el alcalde y los habitantes del pueblo construyen sobre sus casas y paisajes más bien manchegos- un pueblo de cartón-piedra andaluz, al tiempo que todos los vecinos se disfrazan de andaluces. ¿Cómo no interpretar, y aún hoy, todo esto como una alusión directa tanto al cambio de fachada del régimen –poco antes pronazi y entonces proamericano- como a la asunción por parte de este régimen del andalucismo como cultura escaparate de cara a la exportación?».

De ahí a las referencias a los norteamericanos sean bien explícitas:

a) una clara alusión al Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC), en la original pesadilla del cura del pueblo, Don Cosme, que ve a los americanos como portadores de herejías, pero en forma de proceso de Semana Santa presidida por el KKK (Ku-Klux-Klan).

b) diversas parodias del cine de géneros de Hollywood: la genial secuencia del western, con sheriff (Don Pablo, el alcalde) y saloon incluidos; la del cine histórico, protagonizada por Don Luis, el hidalgo arruinado que mantiene su orgullo español, sobre la conquista de América y la condición de indios –feroces y caníbales- de sus habitantes, los cuales intentarán ‘comérselo’. ¿No podemos ver aquí una referencia a la influencia yanqui en Occidente y la típica visión europea de América?

c) La caída bandera estadounidense, arrastrada por la lluvia y deslizándose por el arroyo, cuando poco antes les habían saludado con una gran pancarta –las letras de Welcome se destiñen con el agua- y cantando “Americanos, americanos, os recibimos con alegría”.

d) Por otro lado, los lugareños transforman el pueblo según el gusto de los norteamericanos: la tópica imagen folklórica andaluza, con “bailaora” incluida. “Los americanos van a pasar por aquí y necesitamos gustarles para que nos den cosas”, dirá el manager.

e) La referencia a santa Claus y los Reyes Magos: “¿Quien no cree en los Reyes Magos?”, dice el narrador al final. Anteriormente, el enviado del Delegado general había ya manifestado: “Los americanos son un gran pueblo que no duda en ayudar a sus hermanos menos afortunados: traerán ferrocarriles para parar un tren”. Pero las relaciones político-económicas con USA, que estaban a punto de iniciarse, no serían más que un regalo que iba a costar caro a los españoles, como se vería después (aceite puro de oliva a cambio de leche en polvo que nos repartían en los colegios, por no seguir más)

Asimismo, Villar del Río es un símbolo de la España de posguerra:

1) la tipificación de los habitantes del pueblo, con las autoridades locales de la época: alcalde, médico, sacerdote, maestra…hasta el barbero y el pregonero o la influencia del empresario de espectáculos, que ayuda a evadir a la gente de aquellos difíciles años.

2) El discurso del mismo alcalde, desde el balcón del Ayuntamiento, que algunos han querido ver una parodia del general Franco. (Berlanga niega que pensaran en Franco: “a Isbert yo le decía, preparando esa escena, que se acordara de Mussolini”).

3) La resignación del pueblo cuando pasan de largo los americanos. La voz en off dice: “Ahora hay sol y hay esperanza”. ¿No es ésa una manifestación de la autosuficiencia del régimen para superar con la autarquía las dificultades y el aislamiento que padecíamos?

4) Los connotativos planos del reloj del Ayuntamiento, permanentemente parado a las 3’10; al igual que nuestro país, que tenía “parado el reloj” tanto política y económicamente como social y culturalmente.

5) La comunicación con el exterior se tiene sólo a través de los noticiarios cinematográficos.

6) El atraso industrial sufrido antes de los Planes de Desarrollo, que se manifiesta también con el diálogo entre el alcalde y las autoridades de Madrid: “Los americanos del Norte, los del Plan Marshall visitarán la villa y hemos de hablar… -¿De qué?- De la industria. -¿De qué industria?” replica Pepe Isbert sorprendido.

7) La secuencia del sueño del tractor, que cae en paracaídas como llegado del cielo -es decir, de un avión USA-, tan necesario para la todavía pendiente reforma agraria española.

8) El pago final, por parte de los habitantes del pueblo, de los gastos ocasionados con el frustrado recibimiento a los norteamericanos. La gente sencilla sobre la que se está reconstruyendo el país, no necesita de la ayuda extranjera para «hacer España» (Una, Grande y Libre, como se leía en el lema
del escudo implantado por el Movimiento Nacional).

Por último, este film no sólo refleja cómo los españoles del período veían a los norteamericanos -y la ayuda del Plan Marshall-, sino también evidencia lo que los americanos pensaban del pueblo español28. (Véase, si no, el conflicto que hubo en el Festival de Cannes, que comentaremos en el último apartado).