Napoleón

Napoleón

(Abel Gance, 1927)

Por Francesc Marí i Company (Licenciado en Historia Contemporánea y Máster en Estudios Históricos por la Universidad de Barcelona. Secretario de Redacción de la revista Filmhistoria).

Napoléon de Abel Gance es, con total seguridad, la mejor película que se ha hecho hasta día de hoy sobre el general francés, pudiéndola a clasificar como obra de arte. En un principio, Abel Gance proyectó llevar al cine la vida entera de Napoleón, en seis capítulos, desde que era un cadete en la escuela militar de Briennes hasta su solitaria muerte en Santa Elena, pero debido a la envergadura de un proyecto como éste, tuvo que conformarse con los primeros años del joven general y la más famosa de sus batallas, Austerlitz, en el film homónimo sobre la batalla realizado en 1960. Esta envergadura de la que hablamos se ve en el metraje del film de 1927, ya que el reseñado es de 225 minutos, mientras que el original rondaba los 330 minutos. Frente a esto, y debido a que este primer episodio del imposible biopic, que tan solo cuenta las desventuras del militar corso hasta su entrada en Italia, ya rondaba las seis horas y los 18 millones de francos de la época, era -y sigue siendo- inimaginable llevar a cabo el rodaje de la vida entera de esta gran figura. A pesar de la extrema extensión de esta película, en Estados Unidos se proyectó una versión de tan solo 72 minutos, lo equivalente a una quinta parte del metraje original.

Por tanto, debido al esfuerzo humano y económico que hubiera supuesto seguir con el proyecto, Abel Gance tuvo que dejar inconclusa su obra maestra. Pero aun así, esta gran película sigue siendo un referente tanto fílmico como historiográfico. A pesar de ser una obra titánica, su autor y otros cineastas y seguidores de Gance realizaron nuevas versiones, basándose en el metraje original, añadiendo escenas, unas músicas u otras, incluso voces, etc., llegando a producirse diecinueve versiones de este film.

Como ya he avanzado en párrafos anteriores el argumento de la película gira entorno a los primeros años de la vida de Napoleón Bonaparte, desde que es un joven brillante -a la par que conflictivo- en la escuela militar de Briennes-le-Château, hasta la entrada a Italia, ya como general, pasando por distintos episodios de su vida -y la de muchos otros franceses- como la Revolución y el Terror. Para ser sinceros ,la primera parte del film -exceptuando las secuencias iniciales sobre la infancia del corso en Briennes- tratan más sobre la Revolución Francesa que del propio Napoleón, aunque se utiliza a éste como hilo conductor.

En esta primera parte vemos a un joven Bonaparte demostrando sus cualidades como estratega en una magnífica batalla de nieve, pero también vemos como, debido a su origen no francés, es marginado por los demás alumnos y algunos profesores. Una vez licenciado como oficial de artillería, y siendo pobre, regresa a Córcega para liberar a sus país natal de los pro-italianos y pro-británicos; pero una vez allí es perseguido y debe marcharse. Y es a partir de este momento cuando Napoleón deja de ser corso para ser francés. Mientras tanto, en Francia y, sobre todo, en París la Revolución de 1789 se establece con fuerza, dirigida por los llamados en la película, los tres dioses, Robespierre -el político insobornable-, Danton -la voz del pueblo- y Marat -el puño de acero-, que van estructurando la nueva República. No obstante, como en épocas posteriores se ha dicho, el poder corrompe, y la Revolución se torna violenta, y lo que en principio daba libertades al pueblo ahora se las quita. Los primeros en perder la cabeza son los reyes Luis XVI y María Antonieta, pero poco después el temido Comité de Salud Pública encuentra enemigos y traidores en todo el mundo, incluso entre ellos; y Danton es llevado a la guillotina por Robespierre y Saint-Just -interpertado por el mismo Abel Gance.

 

En una magnífica escena en que se yuxtaponen los gestos de Napoleón en una pequeña barca azotada por un temporal, entre Córcega y Francia, y la tormenta humana en la Convención, se simboliza el futuro lideraje y salvación que supondrá el joven corso para el pueblo francés. Poco después de llegar es detenido por su presunta relación con Robespierre -en la realidad con el hermano de éste-, pero al cabo de unas semanas es liberado. Cuando Francia sale del Terror, se le ofrece ser el segundo al mando de la artillería en Toulon -en el Sur de Francia-, donde la Revolución sufre ataques por el enclave portuario que tiene Inglaterra en esa zona de la costa. Es allí donde Napoleón logrará la primera de sus victorias, reduciendo al enemigo inglés a escombros.

La segunda parte del film -ya después de la intermission-, relata como a pesar de su éxito en Toulon, Napoleón vive en la pobreza, ya que no le quieren otorgar ningún mando. Hasta que el Directorio de Barras se ve amenazado por los contra-revolucionarios monárquicos el 5 de octubre de 1795, es entonces cuando Napoleón asole el rango de héroe de Francia, salvando a la Revolución con una magnífica utilización de la artillería en las Tullerías de París, consiguiendo que lo nombren general al mando de los ejércitos de Italia. Poco antes de partir hacia el que sería su primer gran éxito, se casa con Josefina de Beauharnais.

En el montaje de la campaña de Italia, capítulo final del film, es cuando Gance utilizará el primer precedente del Cinerama y el Cinemascope, la Polyvision, en que se combinan tres pantallas paralelas de imágenes en acciones simultáneas.

 

Siguiendo el análisis de las innovaciones técnicas que el maestro galo utilizó en este film, el profesor José María Caparrós Lera nos comenta que «las innovaciones técnicas y de lenguaje -cámara subjetiva, travellings aéreos- abrieron nuevas posibilidades al arte cinematográfico mundial» (Caparrós Lera, José María [2004]: 100 películas sobre Historia Contemporánea, pág. 48).

Dejando ya de lado las muchas novedades que Gance incluyó en este film, pasaremos a ver su valor histórico; es decir, analizaremos si podemos utilizar esta cinta como una herramienta de la ciencia histórica. El valor histórico de esta obra es relativo, ya que el autor se permite muchas concesiones, porque la intención del film no era recrear la vida de Napoleón al pie de la letra, sino representar la vida de éste con el objetivo de generar, en el espectador del siglo XX, un sentimiento patriótico, y lo hace mediante escenas barrocas y con elementos psicológicos, como la superposición de imágenes, como el águila, el mundo, la cara de Napoleón, la bandera francesa, la imagen de la Marsellesa, etc. Todos ellos elementos falsos, pero poéticos y con un marcado sentimiento nacionalista, al igual que la escena de la huida de Bonaparte de Córcega hacia Francia a bordo de un pequeño bote que tiene por vela una inmensa bandera francesa, o las visiones que tiene Napoleón en la Convención antes de partir hacia Italia,  en que ve a los padres de la República -Danton, Marat, Robespierre, Saint-Just y Couthon- que dejan en sus manos el futuro del pueblo francés. Pero por todo ello esta cinta no debe ser menospreciada, ya que como film histórico, no tan solo es una representación del tiempo que retrata, sino, también, una representación del tiempo en la que fue realizada.

 

Todo el sentimiento, todas las innovaciones y todo el valor histórico de este film se perderían si la interpretación -sobre todo la del personaje principal- fuera superficial. Pero al contrario, a pesar de ser un film mudo, en que los actores tendían a sobreactuar para expresar los sentimientos, los gestos y las formas de moverse son reales y perfectos, en especial los del actor que interpreta a Napoleón, Albert Dieudonné, que destaca por encima de los demás actores realizando una interpretación redonda y apabullante. Además de la excelente interpretación, cabe destacar el sorprendente parecido físico de los actores con sus personajes, porque, por ejemplo, los actores que interpretan a Danton, Marat y al propio Napoleón son extraordinariamente parecidos a los retratos y cuadros que se conservan de dichos personajes.

Esta cinta, olvidada y menospreciada durante décadas, debido a muchas de sus versiones que ayudaron más a destruirla que a alzarla de nuevo en la gloria, debe, sobre todo, su restitución como obra de arte a la tarea de Francis Ford Coppola y Kevin Brownlow, ya que fue por esta versión, tal como dice el historiador del cine Sergio Alegre, «por la que la película de Gance, excepcional y adelantada a su tiempo, ha sido redescubierta por la mayoría de los cinéfilos e incluso por el público en general, cumpliéndose así la afirmación profética de Gance en 1927: “Una gran película es como un puente de sueños tendido desde una época hasta otra (Alegre, Sergio [1990]: «Napoleón en primer plano», Extra núm. 58, Historia y vida, pág. 85).

Napoleon vu par Abel Gance es, además de una gran película, una magnífica forma de acercarse a los primeros años del personaje, en muchas ocasiones, olvidados en favor de los años del Imperio, que hicieron de Napoleón una figura famosa, temida y amada.