Patton

Patton

(Franklin J. Schaffner, 1970)

Por José María Caparrós (1943-2018). Fue Catedrático de Historia Contemporánea y Cine de la Universidad de Barcelona y Fundador del Centre d’Investigacions Film-Història. Texto de Caparrós, J. M. (2004). Cien películas sobre Historia Contemporánea. Alianza, pp. 406-410.

Relata la campaña de las fuerzas norteamericanas en el frente occidental, al mando de los generales Patton y Bradley –en cuyas biografías bélicas está basada la narración–, durante su invasión por el sur de Europa y la marcha final sobre Berlín.

Se hace hincapié en las principales batallas, desde la campaña de África –donde se enfrenta al mariscal Rommel y destruye los carros de combate germanos– hasta el desembarco de Sicilia, la toma de Mesina –con la ayuda del general británico Montgomery, viejo competidor de Patton– y el avance por Italia.

Así, tras la contraofensiva de la batalla de las Ardenas, cruzará la resistencia nazi por Checoslovaquia, para llegar a la capital del vencido Reich y ser detenido su intento de enfrentamiento con los soviéticos, ya que el después destituido Patton quería llegar hasta Moscú.

 

Valoración crítica

Se trata de una de las mejores películas bélicas que nos ha dado el cine americano. Pues con un guión perfectamente construido por Francis Coppola, ofrece un impresionante biopic del general Patton –uno de los “ganadores” de la contienda, que tantas “proezas” llevó a cabo en la Segunda Guerra Mundial–, con una precisión fílmico-creadora poco corriente en estas lides y en aquellas latitudes hollywoodenses.

Rodado en África y España, principalmente, Patton resulta un fin monumental de estimable calidad artística que tiene como mayor virtud la de hacer ver al espectador la guerra desde el Estado Mayor: a nivel de generales, quienes se baten en las altas esferas –con sus pasiones y miserias–, pero reciben los más duros golpes sus tropas, el pueblo. Sin embargo, esos hombres que regían en aquellos momentos el destino de la Humanidad también eran víctimas de sus dramas personales, de una tragedia íntima que está bien representada por el “coloso” Patton.

El personaje del general Patton, fabulosamente encarnado –y no exagero lo más mínimo– por el duro George C. Scott; con si figura altiva, aparentemente cruel, inteligente y profundamente religioso, muestra el orgullo del soldado estadounidense y las virtudes y los defectos de todo país. Patton fue un soldado-poeta, guerrero, un político-militar nada diplomático, que parecía resucitado de la época antigua y puesto en el mundo contemporáneo para encabezar una misión. Hay dos escenas muy agudas que sintetizan el personaje: la del hospital y su paseo por las ruinas de Cartago.

Asimismo, el relato contiene secuencias bélicas muy bien construidas en escenarios naturales –como la de El Guettar– y con maquetas difícilmente reconocibles, que hacen de Patton una obra maestra del género, la cual acercará al espectador a la mejor comprensión del significado que tuvo la Segunda Guerra Mundial; y mucho mejor si se sabe desposeerla de la inevitable propaganda yanqui que en algunos momentos encierra el film. En definitiva, la obra del hoy desaparecido Franklin J. Schaffner se llevó merecidamente los Oscar a los mejores Film, Director, Guión, Decorados y Actor Principal de 1970; aunque el “contestatario” Scott se negó a ir a recoger la preciada estatuilla dorada. Entre los galardonados estaban dos técnicos españoles: Gil Parrondo y Antonio Mateos.

La Fox, dirigida en esos tiempos por Richard D. Zanuck, pese a los dividendos que le proporcionó el éxito de este film, no equilibró las pobres recaudaciones del musical Hello Dolly! (coste: 22 millones de dólares) y del también bélico –sobre el ataque a Pearl Harbor– Tora! Tora! Tora! (coste: otros 22 millones de dólares), que llevaron a un déficit que obligaría a Zanuck Jr. a ceder la dirección del estudio a Dennis Stanfill.

Por otro lado, el crítico e historiador Augusto M. Torres valora así la galardonada cinta de Schaffner:

Basada en un buen guión de Francis Ford Coppola, no es una producción hagiográfica más a mayor gloria del general George Smith Patton, sino un duro, eficaz y realista relato de uno de los principales y conflictivos artífices de la derrota de los nazis, uno de los héroes de la Segunda Guerra Mundial.

Un prólogo de seis minutos de duración, donde Patton arenga a una invisible tropa sobre el fondo de una gigantesca bandera norteamericana, anuncia que no se trata de una obra vulgar. El tono irónico de Ford Coppola, la dureza de la interpretación de George C. Scott y la solidez de la dirección de Franklin J. Schaffner lo confirman.

Rodada con gran abundancia de medios en un hábil juego de grúas y travellings en largos y suntuosos planos, Patton comienza con la batalla de Guettar, en la campaña del norte de África, para seguir con la toma de Sicilia y finalizar con la batalla de las Ardenas en el centro de Europa, dentro de un tono tan duro como intimista.

Es el mejor trabajo concluye de Franklin J. Schaffner”. (Augusto M. Torres, El cine norteamericano en 120 películas. Madrid: Alianza, 1993, pp. 330-331).

Pero aún hay más: la vida del enigmático general del Ejército del Centro norteamericano dio lugar a una secuela dentro del cine de política-ficción. Debido a que George S. Patton, quien –como ya comentamos– desde Berlín quería invadir la URSS y “acabar” cuanto antes con los comunistas… murió en extrañas circunstancias antes de regresar a Estados Unidos, el realizador John Hough dio a luz un thriller de conspiración, a modo de segunda parte. Se trata de Objetivo: Patton (1978), donde puso en tela de juicio el sistema político USA al especular con el posible asesinato del famoso general. Este film en torno a la recién iniciada Guerra Fría tuvo un reparto de excepción: John Cassavetes, Sofía Loren, George Kennedy y Max von Sydow.

Con todo, entre las numerosísimas películas realizadas sobre la Segunda Guerra Mundial, Patton sería la más significativa, porque ningún film argumental ofrece una panorámica completa de la conflagración bélica. Sólo lo intentaría una década después, aunque con menos calidad artística, la realización de “hazañas bélicas” de Samuel Fuller Uno rojo, división de choque (1980).

Asimismo, cabe destacar dos visiones antitéticas realizadas en 1998: Salvar al soldado Ryan, de Steven Spielberg; y La delgada línea roja, de Terrence Malick.