Exodus

Exodus: Dioses y Reyes

(Ridley Scott, 2014)

Por José María Caparrós (1943-2018). Fue Catedrático de Historia Contemporánea y Cine de la Universidad de Barcelona y Fundador del Centre d’Investigacions Film-Història.

Y por Ferran Blasi i Birbe (Doctor en Teología por la Universidad de Lateranense de Roma, Doctor en Derecho y Doctor en Ciencias de la Información. Académico electo de la Academia de Ciencias Sociales y Políticas de Barcelona y miembro de la Sociedad de Estudios de Historia Eclesiástica Moderna y Contemporánea de Cataluña).

El estreno de la nueva película bíblica de Ridley Scott ha llegado detrás de la también discutida Noé (2014), de Darren Aronofsky. Si ésta se decantaba por el espectáculo y la ecología, sin dejar de respetar a las Sagradas Escrituras, la presente producción sólo toma los personajes de la Biblia y el contexto histórico del libro del Éxodo, para centrarse más en la acción y las batallas propias del género peplum.


Heredero del maestro Cecil B. De Mille

El británico Ridley Scott (South Shields, 1937) es un realizador afincado en Hollywood, que puede considerársele como el principal heredero de Cecil B. De Mille (1881-1959), el maestro cine épico y bíblico. El autor de dos famosas superproducciones de Los Diez Mandamientos (1923 y 1956), parece haber inspirado la versión moderna de Scott; pues Exodus: Gods and Kings toma el mismo argumento que el remake de 1956, aunque sin las pretensiones didácticas y religiosas del reputado pionero y clásico del cine norteamericano, que era de origen holandés y presbiteriano.

Pero, ¿quién es Ridley Scott? Tan comercial como su referido maestro, el veterano cineasta inglés estudió Pintura en el Royal College of Arts de Londres antes de dedicarse al mundo del espectáculo. Escenógrafo y realizador para BBC, constituyó con su hermano Tony Scott -recientemente fallecido, a quien dedica esta película- y el después «oscarizado» Hugh Hudson (Carros de fuego) una compañía de spots publicitarios (es muy célebre el que realizó para Coca-Cola). Descubierto por el productor David Puttman, debutaría en 1977 como director cinematográfico con Los duelistas, cinta basada en un relato de Joseph Conrad, en la que demostraría su dominio de la cámara y gusto por la composición de los encuadres. Esta película de época fue comparada con Barry Lyndon, de Stanley Kubrick.

No obstante, su siguiente film sorprendió de nuevo a la crítica y al público mundial: Alien, el octavo pasajero (1979), donde combinaría el cine de terror con el género de ciencia-ficción, a modo de cuento de horror gótico en el mundo sideral. En esta obra se aprecia un claro homenaje al mencionado Conrad en Nostromo, nombre que puso a la astronave de su película, lanzando asimismo a la actriz Sigourney Weaver. Su éxito comercial dio lugar a una serie, que Ridley Scoot se negó a dirigir. Pero en su famosa Blade Runner (1982) reafirmaría su maestría como creador. Basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con corderos eléctricos?, Ridley Scott ofrece un thriller ambientado en un futuro próximo, inspirándose en el diseño del cómic, en la estética publicitaria que antaño cultivó y en el cine expresionista, a la vez que se apoya en los mejores técnicos en efectos especiales y decorados: Douglas Trumbull y Syd Mead. Como en el anterior film, el espectador se encuentra con una visión pesimista del porvenir -un tema que parece preocuparle sobremanera-, donde al final se vislumbra cierta esperanza en la condición humana.

A continuación, en la irregular Legend (1985) se observa otra de las características de la obra de este autor: su afán por un moralismo que está lejos de las vulgares moralejas del cine americano tradicional. Este incomprendido «cuento de hadas» narra el clásico combate entre las fuerzas del Bien y del Mal, con una estética inspirada en la pintura prerrafaelista. Con un estilo frío y formalista, como se aprecia en Black Rain (1989), de gran imaginación plástica y también un tanto preciosista, Scott consigue en sus filmes un look visual muy sugestivo y brillante. Parece obsesionarle también la ruina moral y espiritual originada por la crisis creciente que sufre cierta sociedad actual. En este sentido, en 1991 realizó su impresionante Thelma & Louise, una road movie interpretada por Susan Sarandon y Geena Davis que viene a ser una fábula nihilista feminista. Es obvio que la postura de los autores de esta película -la debutante Callie Khouri obtuvo el Oscar de Hollywood al mejor guión original- es ácrata y rompe una lanza en favor del Women’s Lib con descarnadas escenas eróticas, actitudes amorales y violencia extrema. La reconocida calidad cinematográfica de Thelma & Louise posee un radicalismo ideológico bastante corrosivo que, con una forma fílmica hiperrealista envolvente, manipula los sentimientos del espectador y le deja apenas sin respiro en su clara voluntad de persuasión.

Con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, Ridley Scott realizaría una versión espectacular, mitificadora y reivindicativa de la hazaña de Cristobal Colón, coproducida con España, 1492: La conquista del paraíso, con Gérard Depardieu como «héroe»-protagonista y música de Vangelis, para continuar con otras películas valoradas y asimismo discutidas: las bélicas La teniente O’Neil (1997) y Black Hawk derribado (2000); las épicas Gladiator (2000), El reino de los cielos (2005) y Robin Hood (2010); thrillers impactantes como Hannibal (2001), American gangster (2007) y El consejero (2013), o su nuevo film de ciencia-ficción, Prometheus (2012), casi continuador del magistral Blade Runner -del cual ofreció posteriormente el director’s cut-, donde también apunta el futuro de la sociedad.


Entre la modernidad y el ecumenismo

Estamos, pues, ante un autor algo escéptico, que incluso ha sido considerado como agnóstico, sobre todo con motivo de la presente película y la citada El reino de los cielos. Este film es una coproducción con España -como Exodus-, donde trata de la Segunda y Tercera Cruzada (siglo XII) desde una perspectiva moderna y conciliadora entre musulmanes, judíos y cristianos, aunque reivindicando más a los primeros. Ahora, con Exodus: Dioses y Reyes, parece querer conciliar a unos y otros, sin entrar en disquisiciones religiosas, e intenta romper una lanza a favor de posturas que cabría calificar como ecuménicas o interreligiosas.

Con todo, la recepción de su nueva y ambiciosa película-río no ha sido celebrada por todos. Es más, dos países han prohibido su exhibición: Marruecos y Egipto, alegando falta de rigor histórico y razones de carácter religioso.

Según informaron los medios marroquíes, la superproducción de Ridley Scott fue retirada de la programación de varias salas de cine en Marruecos, después de que el Gobierno decretara su prohibición, sumándose a la decisión tomada poco antes por el ejecutivo egipcio.

«Exodus, película sobre Moisés y su huida de Egipto protagonizada por Christian Bale -escribe el corresponsal de la Agencia EFE en Rabat-, fue retirada pocas horas antes de su anunciado estreno marroquí, el miércoles 24 de diciembre [2014] de todas las salas del país. En Egipto, el Ministerio de Cultura anunció que su decisión se debe a las ‘falacias históricas y religiosas’ que contiene la película, en la que aparece la figura bíblica de Moisés, considerado un profeta por el Islam. ‘Hemos decidido prohibirla sin consultar a ninguna otra entidad’, ha dicho el director de la Oficina de Censura, Abdul Sattar Fazi, negando que las autoridades hayan consultado a la Universidad de Al Azhar antes de tomar la decisión. Así, ha argumentado que la película presenta a Moisés como un general, y no un profeta, al tiempo que ha hecho referencia a que la grabación trata la división de las aguas como provocada por un terremoto y no a causa de un milagro lo que ‘no es negociable’. Otras de las críticas de las autoridades egipcias a la película de Scott es que presente a esclavos judíos como parte de los trabajadores que construyeron las pirámides y la gran esfinge, a pesar de que está aceptado que las construcciones fueron llevadas a cabo siglos antes de la existencia del patriarca Abraham».

Aun así, antes de entrar en el análisis del contenido, veamos la opinión del crítico Juan Jesús de Cózar, publicada en la web especializada del profesor Alfonso Méndiz:

«Como se puede adivinar fácilmente, el problema de Exodus está en el guión. Y eso que han intervenido hasta cuatro «plumas»: Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Caine y Steven Zaillian; este último, brillante guionista de La lista de Schindler, En busca de Bobby Fischer o Moneyball. A pesar de que la historia está bien narrada técnicamente, carece de la profundidad necesaria y no quedan planteados los grandes temas de fondo, reduciendo buena parte de la acción al antagonismo entre Moisés y su «hermano de leche» Ramsés (un notable Joel Edgerton). Christian Bale están inmenso, como casi siempre, y encarna a un Moisés sereno y fuerte, tierno y enérgico, aunque quizá poco sobrenatural. Además de Bale y de Edgerton, conviene mencionar el buen hacer -en sus breves papeles- de John Turturro (Seti) como padre de Ramsés, y de la española María Valverde (Séfora) como esposa de Moisés. Precisamente ella es la que protagoniza las escenas más íntimas y emotivas: la noche de bodas con Moisés y el reencuentro con él después del paso del Mar Rojo. Sin embargo, dos grandes actores como Ben Kinsgley (Nun) y Sigourney Weaver (Tuya) parecen convidados de piedra, porque sus apariciones resultan tan fugaces como superfluas. Si el apartado visual es grandioso, también lo es la música de un inspirado Alberto Iglesias, que con su carácter épico y emocional acompaña oportunamente al espectador durante las dos horas y media que dura el film. Quizás las nuevas generaciones no conozcan la versión de la vida de Moisés que realizó Cecil B. De Mille en 1956: Los Diez Mandamientos, protagonizada por Charlton Heston y Yul Brynner. La visión de Exodus -que recomiendo, a pesar de sus defectos, concluye este colega- puede ser un buen reclamo para recuperarla. Y también una ocasión para (re)leer la verdadera historia de Moisés: su encuentro con Dios en la zarza ardiente, su aceptación de la Tablas de la Ley, su incansable búsqueda de la Tierra Prometida… Una gran epopeya en la que nunca le faltó el aliento divino.» (Cfr. «Espectacularidad versus fidelidad», en www.jesucristoenelcine.blogspot.com.es).

Por otra parte, el teólogo Xavier Morlans puso el dedo en la llaga sobre los problemas de la producción, manifestándose en estos términos: «La Biblia es un texto antiguo, que se transmitió durante siglos por tradición oral, y no se puso por escrito hasta el siglo VI antes de Cristo, 600 años después de los hechos [del Éxodo]. Como todo texto antiguo, se ha de interpretar, no se puede leer al pie de la letra. Por tanto, la reproducción cinematográfica de la Biblia es un mal servicio a la transmisión de la fe adulta, facilita una fe infantil. El cine bíblico cae muy frecuentemente en la grandiosidad, en un super-naturalismo que no es fiel a la esencia de nuestra fe y a lo que relatan los textos». (Declaraciones a Bernat Salvà, «El nou manament», en El Punt Avui, 4 de diciembre de 2014, pp. 30-31).


Valoración escriturística

No parece que la preocupación de los productores de Exodus sea la de lograr una completa traducción cinematográfica del contenido del libro del Éxodo, esto es del segundo libro del Pentateuco, el que en la Biblia hebrea narra el traslado del Patriarca Jacob y de sus hijos –los cabezas de las doce tribus-, a Egipto, donde crecieron y se desarrollaron, viviendo como en una esclavitud colectiva, durante unos cuatrocientos años y posteriormente su liberación con el prodigioso paso del Mar Rojo, con la peregrinación durante cuarenta años por el desierto: unos hechos que culminaron unos quince siglos antes de Cristo. Todo el conjunto del Antiguo Testamento, desde la vocación del Patriarca Abraham hasta los tiempos próximos a la venida de Cristo sería de unos veinte siglos.

En el film se les presenta dedicados a trabajar duramente en algunas grandes obras públicas, como la construcción de pirámides y esfinges, en tiempos de la dinastía de faraones como los Ramsés, aunque ya se había declarado antes de ahora que el trabajo de los judíos fuera ése. Como se ha dicho se presenta su posterior liberación, bajo el mando de Moisés para trasladarse a la tierra a la que Dios les llamaba para que vivieran allí, y cobraran conciencia colectiva de una vocación como pueblo para difundir un mensaje religioso, el que se contiene en los libros de la antigua Ley, cuyo núcleo se encuentra en los cinco libros llamados del Pentateuco (GénesisÉxodoNúmerosLevítico y Deuteronomio), según la denominación más universal y cuyo contenido se relaciona directamente con Moisés. Luego se fueron agregando a la Biblia otros libros que formaron el canon judío. Más restringido el canon de los palestinos y un poco más amplio el de los judíos de Alejandría, y abierto a la lengua y la cultura griega, que después heredaron los cristianos. Como es bien sabido, a éste se añadieron, después de la vida de Cristo en la tierra, los libros específicamente cristianos: los evangelios y el resto del Nuevo Testamento.

Éste se inicia con la Encarnación del Mesías –el Hijo de Dios hecho hombre– Jesús de Nazaret, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, descendiente de Abraham, de Jacob, de Judá y del rey David, llamado a vivir con ejemplaridad su vida en la tierra, que había de culminar en la redención, con la pasión, muerte y resurrección, cuya vida está narrada en los Evangelios arriba citados y el resto de los libros del Nuevo Testamento. Su obra había de continuar por medio de la vida de la Iglesia, hasta el fin del mundo.

El film se limita pues a algunos aspectos de la historia del pueblo judío y a muy poco de su teología, y por lo menos directamente, no toca nada del Nuevo. Sí que puede captar la atención de los cristianos algún detalle, como un tema que tiene su presencia en los Evangelios y en la liturgia y la teología católicas: la significación del Cordero de Dios, que las familias judías del tiempo de Moisés han de sacrificar y comer, como culminación de la liberación de Egipto, hecho relacionado con la protección de los primogénitos de los israelitas para liberarlos de la muerte, mientras los primogénitos de los egipcios, dentro de los efectos de las plagas, mueren. Queda bien visible el episodio de la Pascua, con el sacrificio del Cordero pascual y la participación de la comida de éste. Para los cristianos el Cordero sacrificado es un símbolo de Jesucristo, la víctima divina, sacrificada para la redención del mundo. Y el Cordero es uno de los nombres de Cristo, y es de notar que en el Apocalipsis se le da rango de Dios, y se le adora, como al Padre.

En el film puede verse como un objetivo la presentación de ese pueblo con una misión, y su permanencia a través de siglos y milenios, para mantener su integridad y su identidad y cumplir con su función como pueblo. Esa finalidad, en la película, puede quedar representada en la figura de Moisés, al que se presenta como hombre de excepcional personalidad. El guión del film hubiera sido una buena ocasión para relatar la historia de aquel período de más de medio milenio –que comprende la vida de los patriarcas, la esclavitud en Egipto y la liberación, conducida por Moisés con el paso del Mar Rojo– y su estancia de cuarenta años en el Desierto. En ese tiempo, según la Biblia, Dios hace llegar al pueblo de Israel el encargo de su función religiosa, con los elementos fundamentales de la misma, y que parecería que podían haber seguido en la continuación de la historia de Israel, y en la tradición del pueblo judío, independientemente de sus relaciones con las derivaciones cristianas de su misión.

Podría haberse ilustrado en el film lo esencial del contenido filosófico y teológico del mensaje de la Antigua Ley, y concretamente las leyes fundamentales: el Decálogo, la legislación para la vida privada y colectiva, la dignidad de la persona humana, creada por Dios, a su imagen y semejanza, las aportaciones de los profetas, para invitar al pueblo a captar lo esencial de su mensaje religioso: su espíritu, el sentido de la justicia, la bondad de la creación, el valor del trabajo, el destino a influir en todos los pueblos, su apertura a lo trascendente. Así, no se intenta presentar de manera adecuada la relación entre Moisés y Jahveh en el Monte Sinaí, cuando le revela lo fundamental de la Ley, y entre esto, el contenido del Decálogo o su insistencia en la defensa del monoteísmo. En sustitución de ello da mucha importancia a la estancia en la Península arábiga de Moisés, que ha huido de Egipto. Conoce a dos hermanas a las cuales protege, hijas del que será su suegro, Jetró –le llama la Biblia–, toma como esposa a una de ellas, Séfora, y tendrá un hijo.

Y por lo que parece, en la película, en la interpretación del argumento se quiere dar la máxima importancia a la figura del niño, que parece ser su hijo, pero que es presentado en un valor simbólico, como si sus indicaciones o consejos vinieran de Dios, y el muchacho da instrucciones a su padre, sobre lo que debe hacer. Con ello el guión de la película resolvería la dificultad que vendría del hecho de que los judíos no podían ofrecer imágenes de Dios ni mirarle al rostro. Y así, lo que viene del niño es como si viniera de Dios, pero sin tener que buscar la forma de que se vea a Dios. Y es de notar que el niño aparece siempre con el mismo aspecto, y como en la misma edad, en los diversos momentos en que sale.

Sin embargo, la película, sin desmentir ninguno de los valores de las características del pueblo judío, de su religión y su civilización –no los desarrolla como podría–, parece reducir lo más importante a esos aspectos espectaculares relacionados con los enfrentamientos de los israelitas con los egipcios, y en el retrato fiel de la figura de Moisés como conductor del pueblo y dedica una especial atención a narrar los efectos espectaculares del paso de los israelitas por el Mar Rojo y la desaparición, ahogados por las aguas, de los egipcios que van en persecución de los israelitas que huyen. Y antes se presentan también los efectos de las plagas en el ánimo de los egipcios. De todas formas, ciertamente resultan espectaculares algunos de estos hechos, pero el que visiona la película necesitaría un mayor conocimiento de las fuentes bíblicas a los que se refieren –aunque fuera una sencilla relación y descripción de esas plagas–, pero no es así, y no entiende esos hechos extraordinarios.

En la película parece notarse el interés de los productores para mostrar su simpatía por el mundo judío, pero al mismo tiempo su preocupación para no indisponerse con ningún otro gran grupo religioso. Aunque obviamente los musulmanes aparecieron mucho más adelante, ya en la época cristiana, no hay nada en el film que les puede molestar, como sería hacer alguna crítica del modo de vivir de pueblos ahora emparentados con ellos, como sería el caso del país del suegro de Moisés. Y es evidente que el director ha mostrado mucho cuidado para presentar de manera simpática a la mujer de Moisés, una actriz española. Ni siquiera son tratados negativamente los que en el film se enfrentan con los judíos: una de las dinastías de los egipcios, que aparece en como una civilización muy desarrollada.


A modo de conclusión

Rodada en España, Gran Bretaña y Jordania, con un presupuesto de 140 millones de dólares, Exodus: Gods and Kings es un film-espectáculo de categoría artística, pero endeble en cuanto al contenido religioso. Apunta más que expone; sugiere más que explicita. La acción trepidante y las luchas prevalecen; mucho dramatismo y buenos sentimientos, para impactar al espectador, sobre todo en las proyecciones en 3-D. Ha faltado a Ridley Scott y a su equipo de guionistas un asesoramiento idóneo. Posiblemente, a la 20th Century Fox y al magnate australiano Rupert Murdoch -que ha defendido su película a «capa y espada»- le interesaban más el gran espectáculo que la Sagrada Escritura.